Francisco
A nuestra comunidad universitaria
Despedimos con inmensa gratitud al Papa Francisco, figura de magnitud universal que eligió hablarle al mundo desde el sur, con la mirada puesta en los postergados, en los olvidados, en los descartados.
Francisco - el primero en llevar el nombre del santo de los pobres- interpretó con humildad, audacia y entrega, una voz profética en este siglo XXI marcado por la desigualdad, el éxodo de millones de migrantes, las guerras demoledoras, la devastación ambiental y los genocidios silenciados. Desde ese lugar, nos interpeló a todos a repensar el sentido de la prosperidad, a desandar el camino de la cultura del descarte, a construir una ética del cuidado que abrace a la tierra y abrigue a los pueblos.
Su mensaje nunca fue cómodo. Fue directo, porque fue un llamado a la conciencia. En Laudato si’ nos indujo a ver la crisis ecológica como una crisis social y espiritual. En Fratelli tutti nos recordó que nadie se salva solo y que la fraternidad es la única salida digna para una humanidad desgarrada.
“En nuestro mundo, desgarrado por la violencia y por la guerra, no son suficientes los retoques y los ajustes: sólo una gran alianza espiritual y social que nazca de los corazones y gire alrededor de la fraternidad puede volver a poner en el centro de las relaciones la sacralidad y la inviolabilidad de la dignidad humana”.
Como universidad pública y comprometida con la justicia social, sentimos que muchas de sus causas también son las nuestras: el derecho a migrar y a vivir con dignidad, el respeto por las culturas originarias, la denuncia del sistema financiero que excluye y mata, la centralidad y la dignidad del trabajo, la construcción de una paz con justicia y memoria.
Los convoco en su nombre a sostener la esperanza como acto político y pedagógico. Los convoco a enseñar y a aprender con conciencia crítica, los convoco a formar liderazgos éticos y solidarios, a pensar el mundo desde las orillas, desde las latitudes olvidadas y descarnadas.
Que su legado nos anime a seguir construyendo una Universidad al servicio del pueblo y del bien común. Porque nos convocó con claridad a las universidades a comprometernos con los desafíos del tiempo presente, integrando saberes y recursos en favor de la justicia socio-ambiental. Nos dijo más de una vez que la educación es una herramienta esencial para la transformación del mundo, un acto de esperanza colectiva y de construcción fraterna.
En nombre de la Universidad Nacional de Lanús, propongo a toda nuestra comunidad a detenernos en la palabra de Francisco, a leerlo, a hacerlo sustancia en nuestras aulas, en nuestros vínculos, en nuestros territorios; como creyentes o como mensajeros celosos del bien común, de la efervescencia de los verbos y de la mirada fecunda que ponga de una vez y por siempre, y por encima de todas las cosas, los derechos de la humanidad.
Daniel Bozzani